lunes, 4 de enero de 2010

Dicen que toda comparación es odiosa, pero los mismos diez años que han pasado de la tragedia del estado Vargas en Venezuela, son los mismos para todo el mundo.

Se planificaron y prometieron tantas cosas y sobre todo se manejaron tantos recursos económicos para la reconstrucción de Vargas durante el gobierno de Chávez, que podían imaginarse cientos de desarrollos y el surgimiento de un vedadero polo turístico, que es el gran potencial del litoral central venezolano.

Pero no.A la vista están los resultados y habría que revisar muchas cuentas bancarias de los llamados boliburgueses para saber que pasó con la reconstrucción de ese estado venezolano más allá de las labores de jardinería del nuevo gobernador de la entidad, por cierto electo con el voto popular al igual que todos los mandatarios regionales del país.

Las comparaciones son odiosas pero hace diez años, unos tipos con visión, con voluntad y con tanto o mas dinero disponible que el gobierno de Chávez, decidieron transformar un desierto y al parecer lo están logrando.

A continuación el inicio de la reseña del diario EL PAIS de España.

DEL DESIERTO AL CIELO

Dubai inaugura la torre Burj, la más alta del mundo, con 160 plantas y 818 metros
ANATXU ZABALBEASCOA - Madrid - 03/01/2010

"Hace una década, la zona de la playa de Jumeirah, donde se levantó el Hotel Vela y ahora se alza el edificio más alto del mundo -el Burj Dubai, que se inaugura mañan- era poco más que un desierto. Hoy, repleta de hoteles, restaurantes y millonarios, con la coronación de la torre de la ciudad (burj es torre en árabe), Dubai busca convertirse en el centro del mundo. De un nuevo mundo. La cuestión que plantea esta inauguración es si se tratará del principio de una nueva y desaforada carrera por las alturas o del final de una etapa. Sea como sea, va a ser muy difícil que otro rascacielos supere los 818 metros de altura alcanzados por éste. Las razones no serán ya técnicas. La economía es hoy la que decide la altura de los edificios.

El Burj Dubai es de los pocos rascacielos diseñados para un uso fundamentalmente residencial. De sus 160 plantas habitables, 108 son apartamentos. Y todos están vendidos. La ocupación total contrasta no sólo con el secretismo sobre la identidad de los propietarios, sino con la mismísima crisis financiera que en los últimos tiempos viene azotando al emirato.

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